Publicado por Adair Mendez | julio 23, 2025

Cada semana, Alicia recorre al menos tres outlets distintos en busca de ropa, calzado y accesorios con precios reducidos. No lo hace únicamente como compradora: desde hace tres años, convirtió esa práctica en un pequeño negocio de reventa por medio de redes sociales.

Lo que para muchas personas representa simplemente una moda o una alternativa de consumo, para Alicia es una forma de vida. Esta mujer de 35 años, oriunda de San Rafael de Coronado, encontró en los outlets una oportunidad para emprender. Desde hace tres años, se dedica a comprar y revender productos que llegan a Costa Rica en condiciones de “cajón”.

Selecciona cuidadosamente las prendas, toma fotografías llamativas y organiza entregas con su clientela, que confía en su buen ojo para encontrar productos de calidad a precios accesibles.

“Al principio era solo para mí. Luego mis amigas me empezaron a pedir que les consiguiera cosas. Cuando vi que podía generar un ingreso fijo con esto, me lo tomé en serio”, cuenta. Su iniciativa ha crecido tanto que ya logró comprarse dos vehículos: uno para uso personal y otro para transportar la mercancía y realizar entregas.

En un país donde los salarios mínimos muchas veces no alcanzan para cubrir los costos básicos de la familia, la búsqueda de alternativas se vuelve una necesidad urgente. El modelo de negocio de Alicia refleja una respuesta concreta a esa situación. Personas como ella no solo reinventan la manera de consumir, sino también la forma en que se sobrevive dentro de una economía que empuja constantemente hacia el endeudamiento o la precariedad.

Alicia vive en Coronado, y desde su casa gestiona cada aspecto de su emprendimiento: desde las compras hasta la atención personalizada a clientas que incluso la consultan sobre combinaciones de ropa. “Me gusta que las personas se sientan bien con lo que compran. Para mí no es solo vender, es ayudarles a encontrar algo que las haga sentirse seguras y lindas”.

En su comunidad, ya hay otras mujeres que han empezado a seguir pasos similares. Algunas incluso se han acercado a Alicia para pedirle consejos o iniciar alianzas informales, como hacer entregas juntas o promocionar prendas entre sí. Lo que parecía un trabajo solitario, se ha ido transformando poco a poco en una red solidaria de mujeres jóvenes que intentan abrirse camino desde lo cotidiano.

Las voces de los outlets

En un recorrido por outlets de Tibás y Moravia, varias personas manifestaron que estas tiendas se han convertido en su principal lugar de compra. “Yo vengo casi todos los meses. Aquí encuentro jeans de marca que en otros lados me costarían el triple”, contó María Fernanda Salazar, una clienta habitual en un outlet de Tibás. 

Por su parte, Daniela Chacón, estudiante universitaria, dice que empezó a venir por necesidad, pero ahora lo hace por gusto: “Al principio venía porque no me alcanzaba, pero ahora me encanta buscar ropa linda sin gastar tanto. A veces vengo con amigas y hacemos como un ‘tour de compras’”.

El fenómeno de los outlets también ha transformado ciertas dinámicas de socialización. Para muchas personas jóvenes, ir a comprar a estos lugares se vuelve una actividad recreativa, un espacio para compartir tiempo con amistades, o incluso un ritual mensual. Es una forma de reconectar con el cuerpo, con el estilo personal y con el placer de consumir sin culpa ni excesos.

En Moravia, Alejandra Ramírez, de 21 años, asegura que va directo a buscar zapatos. “Lo que más compro son tenis. A veces traen modelos pasados, pero de buena calidad. Y si uno busca bien, encuentra cosas finisimas”.

Según una representante del JKS Outlet Store, el negocio ha crecido sostenidamente en los últimos cinco años. “Cada vez viene más gente buscando calidad a buen precio”. 

Lo que antes era una compra ocasional, ahora es parte del presupuesto mensual de muchas familias, explica. Añade que, en promedio, los clientes gastan entre ₡20.000 y ₡35.000 por visita, aunque hay quienes superan ese monto fácilmente en temporadas altas.

Otro factor que impulsa este crecimiento es el uso estratégico de redes sociales. La capacidad de promoción digital ha democratizado el acceso a una clientela más amplia y constante.

 Alicia, por ejemplo, ha logrado establecer relaciones de confianza con personas que nunca ha conocido en persona, pero que siguen sus publicaciones con regularidad y compran por WhatsApp o Instagram. Sin embargo, el auge de este tipo de comercio también ha generado alertas en materia de protección al consumidor. 

De acuerdo con datos del Ministerio de Economía, Industria y Comercio (MEIC), el 100% de los outlets investigados incumplen con las políticas de respaldo de productos, especialmente en lo referente a garantías. El 87% de los comercios no respeta el plazo mínimo de 30 días que establece la ley, y en al menos cuatro locales se detectó la venta de artículos sin ningún tipo de garantía o respaldo comercial.

Datos relevantes sobre outlets en Costa Rica según Hacienda

IndicadorCifra / Porcentaje
Locales sin información en español73% (11 de 15)
Locales sin garantía mínima de 30 días87% (13 de 15)
Locales sin garantía documentada100% (15 de 15)
Locales que vendían productos usados sin aviso50% (5 de 10)
Juguetes sin etiquetado adecuado92% (47 de 51)
Prendas sin información de responsable o composición84% a 100%
Establecimientos tipo outlet estimados en el paísMás de 700

Estos datos levantan preocupaciones legítimas sobre los derechos de las personas consumidoras. Aunque los precios bajos resulten atractivos, muchas veces implican un sacrificio en cuanto a respaldo legal. Para personas como Alicia, esto también representa un reto: debe hacerse cargo de las devoluciones o reclamos que sus clientas le hacen, aunque ella no tenga control directo sobre el producto original.

Foto de referencia sobre los precios manejados en outlets

“Hay un cambio cultural en la forma en que las personas valoran lo que compran y cómo lo compran. Comprar en un outlet ya no es un signo de necesidad, sino de astucia. Es una forma de adaptarse a la economía con creatividad”, señala la socióloga Mariana Cordero, especialista en consumo y economía doméstica.

Este tipo de consumo también entra en diálogo con una mirada más ética y sostenible. Aunque no se trata de ropa usada, muchas personas consideran que comprar en outlets reduce el desperdicio de productos que de otra manera quedarían almacenados o serían desechados. Es un consumo más pausado, más pensado, donde se privilegia la utilidad sobre la marca o el estatus.

En redes sociales, el modelo de negocio que Alicia implementó se ha vuelto común. Personas jóvenes, en su mayoría mujeres, convierten sus cuentas personales en vitrinas digitales. Además de generar ingresos, muchas de ellas encuentran en esta práctica una vía para independizarse o complementar otros trabajos.

Alicia aún no tiene un local físico, ni una empresa formalmente constituida, pero sí un proyecto en marcha. “Tal vez no tengo título universitario, pero he aprendido mucho sobre ventas, manejo de clientes, redes sociales y administración. Este negocio me ha dado seguridad, libertad y una meta a largo plazo”, asegura.

Ese aprendizaje ha sido autodidacta, y en muchos sentidos también colectivo. “Todo lo que sé lo he aprendido probando, equivocándome, preguntando. Y también siguiendo a otras chicas que hacen lo mismo. Me inspiran”, dice. Para ella, este camino ha sido también una forma de validarse fuera de los espacios tradicionales, de demostrarse a sí misma que es capaz de sostener un proyecto y hacerlo crecer desde cero.

Mientras crece su base de clientes y afina su estrategia digital, sigue recorriendo tiendas en busca de productos únicos. En cada visita, hay una mezcla de intuición, experiencia y esperanza. Porque para Alicia, cada prenda que encuentra no es solo una oferta: es una oportunidad.

Curso: C-3003 Géneros Periodísticos  ·  Docente: Víctor Fernández Gutiérrez
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