¿Por qué hablo de migración?

Según las Naciones unidas, cerca del 3,7% de la población mundial es migrante. Además, se estima que alrededor de 30 a 35 millones de personas migran internacionalmente cada año, cifra que varía según conflictos, crisis económicas y cambios en políticas migratorias.
Los jóvenes de 15 a 24 años representan aproximadamente el 11.3% de la población migrante internacional. Se estima que, en 2024, eso es 34 millones de jóvenes migrantes.
Las cifra es bastante alta, sin embargo, en el día a día es difícil encontrar espacios en que lo que vivimos las personas migrantes se tome en cuenta, o se mencione siquiera. Espacios más allá de los típicos grupos de integración en que parece que más que una persona viviendo un cambio profundo, eres alguien de costumbres distintas a quien entrenar para que se mimetice.
“Ser migrante significa ser donde estás: tus raíces están donde tú estás parado.” -Jordy Valderrama
Llevo 10 años siendo migrante, a mis 24 años he vivido en tres países y migrado más de cuatro veces, mi acento es muy difícil de identificar, mis amigos de mi país natal (Perú) me dicen que hablo como tica, o me preguntan por palabras que uso que no entienden. Ya casi no recuerdo lo que era no ser migrante… y sé que en Perú sería considerada una extranjera. Ser tan consciente de mi diferencia me asfixia.
Por todo eso, como parte del proceso de adaptación intento estar presente con lo que me pasa y vivo aquí en el día a día, como si no viviera yo también (como todos) a través de mi historia y la de mi familia.
Los migrantes también merecemos poder hablar sobre nuestro pasado y que no incomode. Y sobretodo, sobre cómo se siente y se vive la migración… cómo se siente en el cuerpo. Por eso quiero contarles algunas reflexiones sobre lo que para mí ha sido ser migrante desde los 15 años, y estar a punto de cumplir 25 sin haber vuelto nunca a mi país.
Pero antes, un poco de contexto de lo que implica migrar siendo adolescente…
Migrar en la adolescencia: una doble transición
La adolescencia es en sí una etapa de transición profunda, en la que desarrollamos nuestro sentido del yo, y entendemos qué lugar deseamos/podemos ocupar en la sociedad. Pero cuando migras todo eso se mueve. Al migrar se dificulta la elaboración de un sentido del yo articulado y claro. Esto, porque la transición a un nuevo lugar moviliza un proceso de búsqueda de un sentido de identidad atravesado por esa otredad que se encuentra en… casi todo.
Aquí les dejo este estudio sobre Dinámicas identitarias en procesos de transición psicosocial: Adolescencia y migración, en el que se explica también que al migrar se producen procesos de comparación a partir de los cuales se construyen imágenes sobre nosotros mismos y de nuestros grupos de pertenencia; y que dichas imágenes pueden obtener un valor emocional al punto de orientar las interacciones sociales cotidianas.
“Como ves que ya no vas a encajar en un molde, mejor destruyes todos los moldes que existen para ti, o construyes un nuevo molde que nunca antes habías visto, ¿sabes?” – Gachi Valderrama
Sentires de una joven migrante
No sé si a esto se le pueda llamar reflexiones, pero llevo tanto tiempo escribiendo sobre migración que frecuentemente encuentro retazos de ideas que me llenan de claridad. Creo que la migración se siente así, como un cúmulo de sensaciones e intentos de re-entender el mundo. Quizá también puedan acercarles a entenderme. Así que aquí les comparto algunas ideas sobre migración:
- Crees que sabes lo que es el choque cultural pero no hay forma de entenderlo hasta que lo vives. Cuando estás en un país que no es el tuyo te acostumbras a que tu primera interacción con todo el mundo pase por las siguientes cuatro preguntas: ¿cómo te llamas?, ¿de dónde eres?, ¿qué haces aquí? y ¿por qué te mudaste?
- Casi nunca se decide migrar con total seguridad de lo que vendrá con el futuro.
- El migrar —como un ser con vida propia— me ha restregado en la cara lo que significa la distancia. Lo sigue haciendo. Duele.
- Pensé que el migrar a Finlandia sería construir mi vida en otro lugar, e intenté por tres años hacerlo, hasta que, agotada, tuve que aceptar que allí no lo lograría. “Soy migrante”, es una frase que empecé a usar estando allá. Supongo que es que se me notaba. Migrar es abrirte a la posibilidad de renunciar a tu presente. Cuando sea.
- En poco tiempo dejé de ser Alba y pasé a ser la migrante, la peruana, la latina. Dejé de ser una persona con características únicas más allá de mi cultura. Recuerdo que se sentía como tener una máscara sobre el rostro que definía la percepción de los demás sobre mí, basada en estereotipos y en múltiples barreras.
- Sé lo que se siente que me expliquen que tengo que acoplarme al país en el que vivo, porque si no la gente no me entenderá… como si no lo sintiera en el cuerpo cada vez que alguien, luego de un par de frases dichas con mi acento, me pregunta “¿de dónde eres? no eres de aquí ¿verdad?”. La curiosidad, y esa separación tan clara que hacen con esa pregunta muchas veces incomoda. Agradezco que mi historia me permita contar mis “viajes” (migraciones) como aventuras, como etapas de vida que al parecer me vuelven interesante. No todos tienen esa suerte… la historia y razón de las migraciones no son las primeras preguntas que todo migrante quiere responder.
- Me negaron la residencia en Finlandia la primera vez que la pedí. Me llegó la respuesta una mañana justo antes de ir al colegio. Cuando me preguntaron cómo estaba al llegar me rompí a llorar. Fue un golpe gigante ver la preocupación en mis compañeros (todos refugiados de Medio Oriente) al contarles. Me preguntaron si es que volver a mi país era peligroso, si había guerra. Migrar te abre los ojos.
- Migrar es la oportunidad de huir del dolor cuando el espacio duele, cuando la tierra deja de ser protección.
- A veces me abarca un terror gigante: no sé si algún día dejaré definitivamente de migrar. No sé si hay algo que pueda hacerme sentir más sola. Pero agradezco el saber que las raíces pueden zafarse, y que se puede florecer de formas nuevas.
Algunos de estos escritos forman parte de una narración-relato-reflexión sobre mi familia con cuatro generaciones de migrantes, en el que exploro junto a mi papá, mi hermana y mi mamá lo que es la migración. Si quieres leerlo completo puedes hacer clic aquí. Gracias por leerme. Hasta pronto.