¿Por qué hablo de migración?

Migración de ecuatorianos aumentó un 58,98% en el último año

Según las Naciones unidas, cerca del 3,7% de la población mundial es migrante. Además, se estima que alrededor de 30 a 35 millones de personas migran internacionalmente cada año, cifra que varía según conflictos, crisis económicas y cambios en políticas migratorias.

Los jóvenes de 15 a 24 años representan aproximadamente el 11.3% de la población migrante internacional. Se estima que, en 2024, eso es 34 millones de jóvenes migrantes.

Las cifra es bastante alta, sin embargo, en el día a día es difícil encontrar espacios en que lo que vivimos las personas migrantes se tome en cuenta, o se mencione siquiera. Espacios más allá de los típicos grupos de integración en que parece que más que una persona viviendo un cambio profundo, eres alguien de costumbres distintas a quien entrenar para que se mimetice.

Llevo 10 años siendo migrante, a mis 24 años he vivido en tres países y migrado más de cuatro veces, mi acento es muy difícil de identificar, mis amigos de mi país natal (Perú) me dicen que hablo como tica, o me preguntan por palabras que uso que no entienden. Ya casi no recuerdo lo que era no ser migrante… y sé que en Perú sería considerada una extranjera. Ser tan consciente de mi diferencia me asfixia.

Por todo eso, como parte del proceso de adaptación intento estar presente con lo que me pasa y vivo aquí en el día a día, como si no viviera yo también (como todos) a través de mi historia y la de mi familia.

Los migrantes también merecemos poder hablar sobre nuestro pasado y que no incomode. Y sobretodo, sobre cómo se siente y se vive la migración… cómo se siente en el cuerpo. Por eso quiero contarles algunas reflexiones sobre lo que para mí ha sido ser migrante desde los 15 años, y estar a punto de cumplir 25 sin haber vuelto nunca a mi país.

Pero antes, un poco de contexto de lo que implica migrar siendo adolescente…

Migrar en la adolescencia: una doble transición

La adolescencia es en sí una etapa de transición profunda, en la que desarrollamos nuestro sentido del yo, y entendemos qué lugar deseamos/podemos ocupar en la sociedad. Pero cuando migras todo eso se mueve. Al migrar se dificulta la elaboración de un sentido del yo articulado y claro. Esto, porque la transición a un nuevo lugar moviliza un proceso de búsqueda de un sentido de identidad atravesado por esa otredad que se encuentra en… casi todo.

Aquí les dejo este estudio sobre Dinámicas identitarias en procesos de transición psicosocial: Adolescencia y migración, en el que se explica también que al migrar se producen procesos de comparación a partir de los cuales se construyen imágenes sobre nosotros mismos y de nuestros grupos de pertenencia; y que dichas imágenes pueden obtener un valor emocional al punto de orientar las interacciones sociales cotidianas.

Sentires de una joven migrante

No sé si a esto se le pueda llamar reflexiones, pero llevo tanto tiempo escribiendo sobre migración que frecuentemente encuentro retazos de ideas que me llenan de claridad. Creo que la migración se siente así, como un cúmulo de sensaciones e intentos de re-entender el mundo. Quizá también puedan acercarles a entenderme. Así que aquí les comparto algunas ideas sobre migración:


Algunos de estos escritos forman parte de una narración-relato-reflexión sobre mi familia con cuatro generaciones de migrantes, en el que exploro junto a mi papá, mi hermana y mi mamá lo que es la migración. Si quieres leerlo completo puedes hacer clic aquí. Gracias por leerme. Hasta pronto.

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