Detrás de la costumbre boliviana.

¿Donde se encuentran las Ñatitas?
Cada 8 de noviembre, el cementerio general de la ciudad de La Paz en Bolivia se convierte en el punto de encuentro de cientos de bolivianos, quienes celebran los rituales propios del Día de las Ñatitas. El origen de esta tradición se puede rastrear a épocas precolombinas. Hasta el día de hoy, las personas oriundas de la zona de La Paz continúan venerando cráneos humanos.
La procedencia de estos puede varias dependiendo de cada familia. En algunos casos, son heredados de una generación a otra, exhumados de cementerios, o comprados en algún mercado ilegal. Sin importar de donde vengan, las Ñatitas sirven a sus dueños en cuanto les conceden protección, salud, buen desempeño académico, laboral, etc.
¿Una tradición oscura?
Considero que en la mayoría de artículos o reportajes acerca de esta tradición, es notorio el sutil desdén con el que se caracteriza a esta práctica y a sus fieles creyentes. Proyectos como From Here to Eternity, de la autora Caitlin Doughty proponen ver estas costumbres bajo una luz distinta; no como anomalías dentro de una sociedad civilizada, sino como cosmogonías complejas y arraigadas en tradiciones antiguas, tan respetables como otras creencias modernas.
Es fácil relacionar elementos relativos a la muerte a un tabú o a miedos irracionales. Al final del día, esta es la forma en la que se ha tratado el tema por la sociedad occidental moderna. Sin embargo, los pueblos originarios de América (e históricamente muchos otros en todo el mundo) se han caracterizado por su curiosidad y conexión con la muerte. Estar en contacto con seres queridos, sea en este o en otro plano de la existencia, ha sido siempre parte de su cotidianeidad.
Este es el caso del pueblo Aymara de la ciudad de la Paz, para quienes la muerte significa vida. A lo largo de los años, han encontrado formas para evitar que sus tradiciones caigan en el olvido o sean erradicadas a la fuerza por parte de grupos religiosos. Estas costumbres indígenas han adoptado cualidades y prácticas del catolicismo, lo cual le ha abierto la posibilidad de que otras personas puedan disfrutar de esta celebración.
El rechazo
El creciente interés por el culto a las Ñatitas y el inmenso sincretismo del que este ha sido parte no ha bastado todavía para los miembros de la iglesia católica, quienes siguen rechazando la práctica. A pesar de esto, muchos bolivianos acuden al templo del cementerio para que el párroco bendiga a sus Ñatitas. La negatividad hacia este y otros grupos con costumbres similares indica que todavía queda mucho trabajo por realizar en cuanto a tolerancia religiosa.
A mi parecer, el culto a las Ñatitas refleja a una población con una relación admirable con la muerte. A diferencia de otras sociedades “civilizadas”, muchas personas bolivianas eligen vivir diariamente con esta parte natural e innevitable de la vida. En vez de silenciar temas en torno a la muerte, se afrontan a ella día con día de manera positiva y libre de miedos o prejuicios. Ellas mismas afirman que con sus fiestas no veneran a la muerte o a alguna entidad maligna, sino que celebran la vida de cada una de las Ñatitas, a la vez que les agradecen por los deseos que les han cumplido o ayudado a alcanzar.
En estas culturas, la muerte no acecha en una túnica negra y una nube oscura por callejones desolados, sino que habita junto a los vivos y los guía hacia una mayor prosperidad.